Abre la mano de Dios

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Imaginemos que por un momento Dios nos delega la oportunidad por un dĆ­a de abrir su mano para bendecir la tierra.

Eso implicarĆ­a, regar bendiciĆ³n sobre  los niƱos, los ancianos, adolescentes, adultos.
Sanos, enfermos; ateos, creyentes; sociables, inadaptados; negros, blancos; gordos, flacos; altos , bajos; occidentales, orientales; pedĆ³filos; asesinos; jueces, defensores de las leyes, manipuladores de las leyes; ricos, pobres; nazis, judĆ­os; terroristas, corruptos; manipuladores, esclavos; autoridades, dĆ©spotas, tiranos, empleadores, empleados… La lista es interminable...

La pregunta es: ¿AbrirĆ­as esa mano? ¿BendecirĆ­as a aquel que en tu manera de juzgar las cosas no se merece la bendiciĆ³n del cielo, la bendiciĆ³n de Dios?
¿PrivarĆ­as al pobre, hambriento, al enfermo, a los  a los niƱos y a los que tu corazĆ³n desea bendecir por rechazar bendecir a los que tu corazĆ³n niega? DifĆ­cil elecciĆ³n.

Dios bendice a todos cada dĆ­a. Eso es gracia.

David lo comprendĆ­a de esta manera: “Abres tu mano, Y colmas de bendiciĆ³n a todo ser viviente.” Sal 145:16.
Jesucristo lo confirmĆ³ con estas palabras: “Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre que estĆ” en el cielo. Ɖl hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos.” Mat 5:44-45.

Lo bueno y maravilloso es que a pesar de nosotros mismos, Dios nos da la oportunidad de una nueva elecciĆ³n en la que incluyamos bendecir a todos, a travĆ©s de nuestra oraciĆ³n, a travĆ©s de nuestras palabras hacia los demĆ”s, y a travĆ©s de nuestros actos.

Que nuestra oraciĆ³n de cada dĆ­a sea como Cristo nos enseĆ±Ć³, hablando en nombre de todos y pidiendo por todos.

“Padre NUESTRO,  que estas en el cielo.
Santo es tu Nombre, hĆ”gase tu voluntad, EN LA TIERRA (eso incluye tu casa, tu barrio, tu ciudad, tu  paĆ­s, tu continente y el mundo en el que habitas), como es en el cielo.
DANOS el pan de cada dĆ­a,
Y perdona NUESTRAS deudas, como NOSOTROS perdonamos a los que NOS deben.
No NOS dejes caer en la tentaciĆ³n, y LƍBRANOS del mal.
Porque tuyo es el Reino y el Poder, AMEN.”


Que nuestras palabras brinden el aliento necesario para el cambio, y nuestros actos confirmen nuestras palabras.

VaneMorƔn.

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